9/30/2006

El Verano, parte I - Buscando el trajebaño ideal

Si, ya se acerca. Casi está con nosotras. Es El Verano, época donde nuestros pecados se exponen en forma de blanca carne fofa. Porque el principio del verano es harto más inclemente, cuando la piel muestra cada mínima imperfección con rigurosidad cirujana. Después el suave color dorado de la piel expuesta a los UV hace que la cosa se ponga menos dramática, y el rollito ya pase algo más piola. En esta época empieza la sicosis preveraniega postdieciochera. Es cuando los agricultores que cultivan lechuga vuelven a sentir que le dieron el palo al gato. Donde las mujeres entran en una compulsión anticalórica. Y donde los hombres siguen como si nada, total, ellos no tienen para qué ser flacos si gordos igual les va bien. Los catálogos de las grandes tiendas empiezan a mostrar mujeres bronceadas a punta de yodo en bikinis diminutos y bellísimos. Todo por $3.990. Y allá parte una, rogando porque esta vez no TODOS los bikinis sean a la cadera talla S, porque ni a las adolescentes raquíticas les quedan bien. Falsa esperanza: la moda es la moda. Así que empieza la batalla campal con alguna otra fémina de contextura robusta, todo para quedarse con el modelito pantaleta que no te hace rollo en color calipso con las costuras a los lados para evitar la temida y muy poco fina "pata de camello". Finalmente una lo logra, alcanza ese bikini bello y sentador, y entra al probador. Yo no sé en qué piensan en esas tiendas. Entre la incomodidad de probarse un bikini con calzones y el asco que da ese plastiquito autoadhesivo en "esa" zona, estos tipos nos torturan a punta de luz. Sí, porque la luz cenital en tonos fríos de los probadores de bikinis hacen que la celulitis resalte en la piel blanca como si fuera un close up de algún congreso dermatológico. Deprimida, una se va con lo que menos mal le queda. Claro, porque la cosa da para mucho. Si una está pasada de peso, ¿se tiene que poner bikini o trajebaño entero? No es fácil. Uno pensaría que el enterito disimula, pero no. Aplasta las pechugas hasta formar una masa, pone en relieve los rollos gracias al indisimulable brillo de la lycra, y si es muy grande de atrás hace que el poto parezca una carpa de circo. Por último el bikini logra obtener clemencia, siempre es más honesta la piel al desnudo. Pero de nuevo, ¿bikini grande o chico? Porque el grande también tiene el desagradable efecto carpa de circo, donde da la impresión de que se usaron miles de metros de tela para cubrirte el 10% de tu anatomía. Pero los chicos se incrustan, formando rollos donde habitualmente no los había. Un desastre. Por suerte todo eso se olvida en las vacaciones, donde en el fondo por mucha charcha que cuelgue una se siente regia estupenda saliendo del mar, de color dorado fascinante y con el pelo medio rucio y enmarañado de sal. Y si no, por lo menos logramos meternos al mar o a la piscina. Y al que no le guste, que mire para otro lado.