6/14/2008

Tetas

El tema es peliagudo, tiene múltiples aristas. Las tetas son símbolos potentes de femineidad erótica y maternal. Cuando yo era chica, un día le pregunté a mi mamá por qué siempre los pintores pintaban a las mujeres con las pechugas al aire. Mi mamá me dijo que era porque así se acordaban de sus mamás... Freudiana la sacada de pillo. Y lo que es más increíble, no creo que anduviera tan lejos de la realidad. Bueno, de frentón la "delantera" femenina es bastante más que un par de pedazos de glándula cubiertas de pellejo. Es la prueba visible del paso de niña a mujer. Los pelos, olores y demases síntomas no son visibles, en cambio cuando recién te salen las pechugas, no hay nadie que deje de notarlo. Y desde ahí que son tema para nosotras. El primer sostén tiene algo de rito iniciático. Las que tienen muy poco se ponen relleno (en tiempos adolescentes calcetines y hombreras, en tiempos adultos push-up y silicona) y las que tienen demasiado tratan de camuflarlas debajo de sostenes gigantes y arqueando los hombros. Son -lejos- el arma más eficiente de seducción. Un buen escote hace milagros... Ni siquiera es necesaria la abundancia, basta firmeza y buen encatrado. Porque un buen sostén es el mejor amigo de la mujer. Durante la juventud, una se puede dar el lujo de andar sin sostenes y no sufrir. El tejido aguanta hasta viajes en micro sin perder el buen ver. Pero ya con los años el sistema se derrumba. En la treintena pocas son las que pasan la prueba del lápiz. Para los que no sepan, la prueba del lápiz consiste en ponerse bien derecha, y ubicar un lápiz en el pliegue inferior de la pechuga. Si el lápiz cae al suelo, albricias. Pero si se mantiene en su sitio, reprobaste la prueba. Simple y devastador. Pero no hay que desesperar: insisto, con el sostén apropiado se recuperan glorias pasadas. No considero que sea engaño. Claro, el tema puede ser desilusionante para el macho que después de batallar horas con el broche (porque qué manera de complicarse...) logra sacarte el sostén. Pero si ya estás en el punto de no retorno, entonces no se aceptan devoluciones. Mal que mal una se lleva tanto chasco y se queda calladita... Igual, yo creo que hay pocos que frente al momento de la verdad logran hacer un juicio objetivo (al menos según una mini encuesta que llevé a cabo). Aunque al parecer el color del pezón es tema... Pero en general, el sólo hecho de ver una teta hace que los hombres pierdan bastante su objetividad. No por eso vamos a descuidarlas... Se agradecen las cremas para evitar estrías, las duchas de agua fría, los sostenes que levantan el ánimo. Además está el eterno tema del compromiso peso-teta: Las flacas-flacas muy rara vez tienen buenas pechugas (buenas de verdad... no necesariamente grandes, pero llenas y suaves). Y viceversa: una gorda puede tener lindas tetas si no exagera con los kilos, pero como que una buena pechuga se ve opacada si se acompaña con un michelín que le haga la pelea en volumen. Ellas van a la delantera, muestran cómo nos enfrentamos al mundo. Son nuestro propio termómetro, nuetro indicador de desajustes hormonales, hasta varían según el estado de ánimo. No hay teta igual a la otra. Ni siquiera las dos del par son iguales, siempre hay una más grande. Una amiga de una amiga decía que siempre los hombres preferían una de las suyas por sobre la otra. Por eso las bautizó como "Happy Face" y "Sad Face"... jajaja. Son además rarezas biológicas. en los demás mamíferos, las tetas sólo aparecen como tales en período de lactancia. Nosotras somos las únicas en andar siempre con ellas puestas, sin importar el status reproductivo. La idea es ser más atractiva para el macho, sin importar la época. Y funciona. Una buena pechuga vende, sino es cosa de ver cómo son utilizadas en los medios. Expuestas hasta la náusea. Y utilizadas como mercancía por kilo. El boom de la silicona hace que todas quieran tener presas enhiestas e inamovibles, instaladas como rocas sólidas debajo del pectoral. Féminas como Marlen o (pero aún) Adriana Barrientos creen que más es sinónimo necesario de mejor. Como son flaquitas, parece que tuvieran tumores gigantescos, que les fueran a rajar la piel de un momento a otro. Esas niñitas nunca más pudieron tomar sol de guata, o correr sin moretearse la cara y fracturarse la espalda. Aunque claro, como dijo Adriana: "los que dicen que duele la espalda son ignorantes". Será por eso que cientos de mujeres al año se las reducen con isapre por desviaciones a la columna... porque son ignorantes. Pero bueno, esa misma mujer mononeuronal dijo que con sus enormes pechugotas de utilería made in Taiwán se sentía "realizada como mujer". Pucha que necesitaba poquito para realizarse: medio kilo de teta por lado y ya tiene una vida hecha y un lugar en el mundo. No pues: ser mujer es harto más que eso. Si bien las pechugas son símbolo de femineidad, ser mujer no se mide según el tamaño de la copa o el contorno. Ojalá fuera así de fácil...