
12/23/2006
Jingle Bells

12/13/2006
El Verano, Parte III - El regreso de la lechuguita

Después de mucho tiempo sin actualizar, vuelvo con la tercera parte y final de esta saga. Como podrán adivinar, se viene en el ítem "Dietas". Según leía, más del 80% de las mujeres hace o ha hecho dieta en algún momento. O sea, mucho. Hay que hacer dieta, se ve casi como símbolo de status. Ser gorda a estas alturas ya se ve como ser mala persona, una tipa indolente y de poca voluntad, alguien con serios problemas emocionales y que pone en peligro extremo su salud. Injusto, peor es fumar pero eso sí que pasa piola. Por esa carga esque tarde o temprano hasta la más flaca se mete en una dieta. Dietas hay tantas como mujeres en el mundo. Algunas tan sui generis como la dieta de la pizza y el helado (sip, justamente, pizza y helado... no sé por qué pero no me tinca muy efectiva). Otras tan salvajes como la dieta de la Fuerza Aérea. No sé ustedes, pero yo ni muerta me subo a un avión piloteado por un tipo que desayunó café con edulcorante y almorzó un huevo duro y un tomate. En cualquier minuto al piloto le da la pálida y de ahí a terminar en onda "El milagro del Los Andes" hay un puro pasito. Mi hermanastra tuvo que hacer una dieta tipo Atkins, de sobrecarga de proteínas. Desayunaba bistec con huevo... puaj. Igual bajó, pero imagino que sus arterias deben de haber quedado bastante más acolchonaditas. Y después, por cierto, volvió a subir. Otra amiga se hizo la famosísima dieta de la sopa, que te tiene comiendo sopita con repollo todos los días. Resultado: tenía la guata tan hinchada que parecía un zeppelín, y más encima se tiraba unos peos terroríficos. Mi hermana decidió hacer las cosas bien, y fue a un nutricionista. Éste le dio tres listas: una roja (con alimentos prohibidos como chocolates, etc), una amarilla (con alimentos para comer con moderación, como pollo, tomate, etc) y una verde para comer a destajo. Por supuesto, la primera que estudiamos fue ésa, para saber con qué podíamos patachear. Y bueno, ahora sabemos que si una quiere comer sin parar kilos de canela u orégano, lo puede hacer sin remordimientos. Y sería. Yo también fui a un nutricionista. Impecable la dieta: casi sin restricciones, una maravilla. Y bajé 5 kilos en un mes. El tema es que era con pastillitas, y la verdad es que me dejaban hiperactiva, parecía perro poodle con hiperkinesis. Así que las dejé, y subí de nuevo mis 5 kilos regalones. El encantador efecto yo-yo, que te deja con estrías y la sensación de una batalla perdida. Una de las dietas más bonitas por lo esotérica es sin duda la dieta de la Luna. Supuestamente si uno ayuna cuando la Luna está en una fase particular, baja entre 1 a 3 kilos en un día, peso que no se vuelve a ganar "salvo algunas excepciones" (sacado de http://www.lasdietas.com.ar/General.htm). O sea, jajaja. Mula. Otra que supuestamente funciona es la antidieta, o sea no mezclar carbohidratos con proteínas. Adiós al bistec con papas. Pero la verdad es que todo el discurso seudocientífico detrás pesa menos que paquete de cabritas (que podrías comer siempre y cuando no las acompañes con un pedazo de salame). Y así miles de dietas, algunas fantasiosas y otras más aterrizadas. Y al final el tema es simple: no hay que comer cochinadas. Si hay que comer, que sea cazuela y no Mc Burger. No a los Super8, papas fritas, copete, cochinaditas varias llenas de azúcar y grasa. Suena fácil. Hasta que camines delante del próximo kiosko o vayas al próximo bar. Total, un Trencito casi no engorda, ¿cierto?
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