
10/14/2007
Lo que queremos las mujeres

7/23/2007
Virtual

Pasatiempos (Elogio de la Soltería)

4/08/2007
El vestido en la cartera

El temita me ronda hace rato. Se decantó gracias a un encuentro de mi amiga Witch con una ex compañera de colegio, ex amiga y otras ex características. En su dedo encandilaba un feroz anillo de diamantes, exhibido como premio por su feliz y satisfecha propietaria. Estamos en una edad donde "la roca" empieza a ser un requisito. Se espera que una mujer encuentre marido antes de los treinta en lo posible, o al menos tenga "algo visto pa' casarse", como decía una conocida. Pero ¿por qué plegarse a esta imposición? ¿Cuál es la gracia de desarrollar una personalidad casamentera y colgarse del cuello del primer candidato que pase? He visto suficientes mujeres con el vestido en la cartera, que saltan como si se les fuera la vida en ello a agarrar el ramo en los matrimonios, que guardan celosamente el anillito dorado que sacaron de la torta y que pueden pasar horas pegadas en la vitrina de la joyería Mosso. Entiendo perfectamente que las parejas enamoradas quieran hacer su relación más profunda, y opten por el matrimonio como una manera de cimentar esta relación. Lo que no entiendo es esa ansiedad por casarse a como dé lugar, en lo posible con un niño bien con un buen trabajo. Lo demás se arregla en el camino, supuestamente. Y te ganas ese lugar en la sociedad, el de "señora", que tan cómodo es. Ya nadie te mira con cara de pena o preocupación, dejan de imaginarse que tu vida es o muy solitaria o una orgía perpetua. Ahora encajas. Adoptas de inmediato el look de señora respetable, nada muy excéntrico, todo muy sobrio. Tu modelo a seguir es ser una versión refinada de la Coté López, la imagen personificada de la metamorfosis post casorio que logró pasar de adolescente toplera chula a vieja chula pero recatada con una pura visita al registro civil. Ya nunca más vas a tener que preocuparte de conseguir pareja para los matrimonios. Y puedes dar consejos irritantes con total propiedad: "Lo que pasa es que con mi gordo somos súper conscientes de que la pareja es un trabajo de a dos, ¿cachai? O sea, hay que ceder en muchas cosas. Deberías tratar de comprometerte de una vez y dejarte de andar perdiendo el tiempo". Puaj. Y resulta que era mentira que el resto se solucionaba solo. Ser "señora de" muchas veces viene con un precio muy alto por pagar. Pero bueno, de alguna forma es una cosa por otra, y ellas verán. El tema con estas mujeres nacidas para ser señoras es que nos dificultan la pista a las solteras. Al haber mujeres de esta calaña se tiende a generalizar y a pensar que cualquier mujer lo único que quiere en la vida es tener una relación significativa con el primer picante que se le ponga a tiro. Así nos enfrentamos a toda clase de humillaciones de parte de estos niñitos que se juran la última Coca-Cola del desierto, que le tienen terror al compromiso (¿y quién se quería comprometer con ellos, en primer lugar?) y que se sienten con el derecho de decir lo que se les pasa por la mente con tal de disuadir a esta mujer que obviamente se tiene que estar muriendo de amor por él. Me pasó con un tipo al que yo de verdad nunca le había encontrado ninguna gracia. Más bien lo contrario. Pero en una fiesta estuvimos los dos en el lugar apropiado y en el momento justo, y pasé la noche con él. Todo para que a la mañana siguiente él me mirara muy serio y me dijera: "Supongo que tú sabes que esto queda hasta aquí, ¿cierto?". Me dieron ganas de jugar un rato y finjir un llanto desconsolado, o poner cara de adolorida sorpresa y preguntarle: "Pero... acaso... ¿tú no me amas?" o algo igualmente sicótico, pero no me dio el cuero. Y cuando le respondí que lo tenía claro y no tenía ningún interés en él, me miró con sorpresa, como si la respuesta sicótica hubiera sido más apropiada. Si ellos no se enamoran, ¿por qué asumen que yo sí me tengo que enamorar? ¿Tan alta opinión tienen de ellos mismos? O peor, ¿tan patética me ven? Y que quede claro, yo no soy de las que por sólo encamarse ya quieren pasar la vida entera al lado del chico de marras, ni lo miro con ojitos brillantes ni le imploro que se quede un ratito más conmigo. Ayer, hablando de este tema con una amiga inglesa, ella nos contaba a Witch y a mí que en Inglaterra es al revés. Son las mujeres las que arrancan a perderse ante la primera muestra de intimidad. O sea que no es intrínseco al género esto de arrancarse o perseguir. ¿Por qué tanta ansiedad? Otra amiga está hace rato ya con un tipo que dice que no está listo para comprometerse. Pero en la práctica se ven todos los días, duermen juntos, la llama todos los días por teléfono y seguramente se le caería el pelo si ella se encuentra a otro. Entonces ¿cuál es la diferencia con el compromiso? ¿El nombre? Nos enredamos en reglas tontas, sobrepensamos las cosas y dejamos de lado lo que de verdad importa: disfrutar al otro como venga, sin tanto chicharreo entremedio.
3/10/2007
Despedida de soltera

Las despedidas de soltera son una cosa bastante extraña. Es en definitiva algo así como una oda al falo nunca antes vista. Globitos, tortas, cornetas (era que no), pajitas (también era que no), chocolates, velas, cintillos, reproducciones escultóricas del falo. Concursos de "Póngale el (miembro viril) al burro". Toda una parafernalia falocrática. Y todo esto aderezado por mujeres en manada, gritando, haciendo sonar sus cornetas, etc. Esta despedida de soltera se podría entender en sus orígenes como una especie de rito de fertilidad para la nueva novia, que quizás ni le conocía la cara al aparato aquel. O como una iniciación a los misterios del matrimonio por parte de mujeres mayores. Pero ahora es una bacanal pura y dura, y muy divertida por lo demás. O sea, un grupo de mujeres alcoholizadas alrededor de una novia con un pene en la cabeza es por lo menos surrealista. Hasta acá todo bien. Pero algo como que falta, una sensación de vacío que se acaba con la aparición del personaje central (más que la novia, incluso) de muchas de estas despedidas: el nunca bien ponderado Vedetto (por favor, nótese la doble t). Hay dos opciones: ir al vedetto o que el vedetto venga a ti. En la primera, la manada femenina se desplaza hacia la periferia donde se realiza el show. Una vez en el antro, al lado de una serie de otras manadas iguales a las de una, sigue la alcoholización. Hasta que aparecen ellos: uno por uno van supuestamente cumpliendo nuestras fantasías eróticas. Todo muy gringo: si una tiene la fantasía de tirarse a un bombero o a un monje franciscano, un vedetto de colaless reluciente no va a cumplirla. Aunque el vedetto se vista de policía, vedetto queda. Empieza el griterío, la falsa excitación. Porque ni en bandeja nadie andaría con un mino que usa calzones más chicos que una misma. Pero es gracioso igual, y por un ratito una se la cree, se cree que el Neo de Matrix en colaless plateado realmente es lo más rico que se ha visto, y no sólo eso: además quiere contigo. El item vedetto a domicilio es bastante más impresionante. Porque ver a un tipo contorsionándose delante de 14 minas en un living de 4x3 es todo menos erótico. Pero igual es divertidísimo el show, el desodorante Axe Musk, el colaless, la novia con cara de horror mientras el profesional le bambolea el paquete en la cara. Una cosa que me llama la atención es la inversión de roles clásicos. Ahora el hombre no es más que un objeto desvalido entre tanta fémina buena para el agarrón. Y no sé si me gusta. O sea, en algo da la sensación de igualdad que ahora tanto hombres como mujeres podamos cosificar al otro, pero claramente sería mejor obtener igualdad para el otro lado. No es tanto el hueveo inofensivo, que por último igual hasta el chiquillo lo pasa bien, pero esa onda de "si ya le pagamos, que se aguante los agarrones" la encuentro un poco mucho. Y sólo por el gusto de humillar, porque placer sexual cero en agarrarle el poto a un tipo que te baila al frente. Yo soy acérrima defensora de la despedida con vedetto. Son divertidas, se genera un ambiente de carnaval impresionante. Pero hay que acordarse que el tipo hace una pega, y ya por eso merece respeto. Aunque claro, qué sabe una. En una despedida una de las asistentes contaba la historia de otra despedida donde el vedetto se enojó porque según él las minas eran muy cartuchas. Sus palabras casi exactas fueron: "Ssshi, si a mí en otras comunas hasta me han hecho sexo oral". Fue despedido altiro. O sea, quiere que le paguen Y que se la chupen... el sueño del pibe.
Si alguna planea una despedida y no quieren pastelitos como el chiquillo anterior, recomiendo www.vedettoschile.cl
Si alguna planea una despedida y no quieren pastelitos como el chiquillo anterior, recomiendo www.vedettoschile.cl
1/21/2007
El día después de mañana

Tengo una amiga muy querida que tuvo un percance tenebroso. Se le rompió el condón con una pareja algo tránsfuga. Todo mal. Y claro, justo-justo había dejado las pastillas por primera vez en dos años. Pero, responsable ella, tomó inmediatas cartas en el asunto. Dado que el galán de marras tenía que marcar tarjeta, ella fue solita al hospital Salvador para pedir la famosa pastilla del día después. Y ahí empezó el show. Al llegar le dijeron que la famosa píldora costaba $18.000 (cuando por política de gobierno debe ser entregada en forma gratuita en consultorios). Para colmo de irregularidades, sólo aceptaban efectivo o cheque y ella no tenía toda la plata, así que le aceptaron $15.000, sin boleta. O sea, la señorita recepcionista se embolsó quince lucas con la angustia de mi amiga. Después la hicieron pasar con un médico que la humilló innecesariamente. Un tipo joven, de más o menos 35 años. La trató todo el rato como a una delincuente, le preguntó por qué estaba ahí, ella dijo que por ruptura de condón, y el tipo resopló "sí, claro, seguro". No le creía, porque según él estaba lleno de niñitas que usaban la famosa píldora como método anticonceptivo. De verdad la trató pésimo, cuando ella preguntó si la pildorita tenía efectos secundarios casi le ladró que obvio, si era una bomba de hormonas. O sea, tú la maldita perra bastarda que vienes a pedir esta pastilla. Mientras el angelito de Dios que había comprado condones charchas dormía el sueño de los justos. La verdad es que el tipo no tenía mucho que ver en esto, pero es la idea que por el mismo acto sólo la mujer se tenga que enfrentar a esto, a las humillaciones de cualquier imbécil con título por hacer lo que está bien. Porque si ella se hubiera acobardado ante tanta hostilidad, no habría sido el médico el que cuidara esa guagua. Y si a él se le hubiera roto un condón, por cierto no habría tenido ningún asco en conseguirse una pildorita del milagro. Lo que más me indigna es que se sigue estigmatizando a las mujeres, cuando el temita es de a dos. Y hasta cuándo la revuelven con la famosa pastilla, si NO ES ABORTIVA. Impide la fecundación. Pero pongámonos en el caso de que efectivamente lo que impidiera fuera la implantación: los DIU (Dispositivos Intra Uterinos) hacen eso, es totalmente sabido su mecanismo de acción, y nadie se espanta. Claro, gran cantidad de nanas tienen ese dispositivo, imagínenese la debacle en esos hogares Opus si la María queda embarazada, horror. Ahí nadie alega. Pero si alguien responsable toma medidas frente a una situación indeseada como es la ruptura de un condón, o incluso una irresponsabilidad producto de estar ebria hasta la inconsciencia, porque de los arrepentidos es el reino de los cielos, queda la escoba. Porque el tema es que si una ya fue irresponsable, ¿la idea es que de castigo tenga una guagua no deseada? Tóxico para la madre y para la guagua. Yo soy contraria al aborto. Por eso apoyo todos los mecanismos que impidan un embarazo. Pero si vas a sancionar el aborto, por un asunto de moral hay que facilitar los medios para prevenir un embarazo que probablemente termine en eso, con el riesgo para la madre y con la obvia eliminación de un embrión ya formado. Si no eres capaz de asegurar eso, no te quejes de los abortos posteriores. Claro, está la abstinencia, pero es bastante impracticable. Para variar el hombre ahí sale jabonadito. Y después tiene el tupé de juzgar a las mujeres. Hasta cuándo vamos a ser minoría, si somos el 50%. Hasta cuándo vamos a aceptar medidas inquisitorias. Porque aquí "el que menos puja caga un ancla al revés", como tan finamente decía mi abuelo marino. Los que más opinan son hombres célibes. Ya pues, las mujeres tenemos que dejar de ser tan pasivas. Imagínense que esta historia del principio le pasó a una amiga mía, de muy buen nivel educacional, de 28 años. Es cosa de sumar 2 + 2 para saber qué siente una niña de 16 cuando la tratan así. Y ese es el grupo de mayor riesgo. No aceptemos más juicios, que se metan en nuestros úteros como Pedro por su casa. Mujeres del mundo, uníos. Ya, y la corto. Me pasé para panfletaria.
Por si acaso, en mis links está "Anticoncepción de emergencia", un sitio del ICMER (Instituto Chileno de Medicina Reproductiva).
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