3/10/2007

Despedida de soltera


Las despedidas de soltera son una cosa bastante extraña. Es en definitiva algo así como una oda al falo nunca antes vista. Globitos, tortas, cornetas (era que no), pajitas (también era que no), chocolates, velas, cintillos, reproducciones escultóricas del falo. Concursos de "Póngale el (miembro viril) al burro". Toda una parafernalia falocrática. Y todo esto aderezado por mujeres en manada, gritando, haciendo sonar sus cornetas, etc. Esta despedida de soltera se podría entender en sus orígenes como una especie de rito de fertilidad para la nueva novia, que quizás ni le conocía la cara al aparato aquel. O como una iniciación a los misterios del matrimonio por parte de mujeres mayores. Pero ahora es una bacanal pura y dura, y muy divertida por lo demás. O sea, un grupo de mujeres alcoholizadas alrededor de una novia con un pene en la cabeza es por lo menos surrealista. Hasta acá todo bien. Pero algo como que falta, una sensación de vacío que se acaba con la aparición del personaje central (más que la novia, incluso) de muchas de estas despedidas: el nunca bien ponderado Vedetto (por favor, nótese la doble t). Hay dos opciones: ir al vedetto o que el vedetto venga a ti. En la primera, la manada femenina se desplaza hacia la periferia donde se realiza el show. Una vez en el antro, al lado de una serie de otras manadas iguales a las de una, sigue la alcoholización. Hasta que aparecen ellos: uno por uno van supuestamente cumpliendo nuestras fantasías eróticas. Todo muy gringo: si una tiene la fantasía de tirarse a un bombero o a un monje franciscano, un vedetto de colaless reluciente no va a cumplirla. Aunque el vedetto se vista de policía, vedetto queda. Empieza el griterío, la falsa excitación. Porque ni en bandeja nadie andaría con un mino que usa calzones más chicos que una misma. Pero es gracioso igual, y por un ratito una se la cree, se cree que el Neo de Matrix en colaless plateado realmente es lo más rico que se ha visto, y no sólo eso: además quiere contigo. El item vedetto a domicilio es bastante más impresionante. Porque ver a un tipo contorsionándose delante de 14 minas en un living de 4x3 es todo menos erótico. Pero igual es divertidísimo el show, el desodorante Axe Musk, el colaless, la novia con cara de horror mientras el profesional le bambolea el paquete en la cara. Una cosa que me llama la atención es la inversión de roles clásicos. Ahora el hombre no es más que un objeto desvalido entre tanta fémina buena para el agarrón. Y no sé si me gusta. O sea, en algo da la sensación de igualdad que ahora tanto hombres como mujeres podamos cosificar al otro, pero claramente sería mejor obtener igualdad para el otro lado. No es tanto el hueveo inofensivo, que por último igual hasta el chiquillo lo pasa bien, pero esa onda de "si ya le pagamos, que se aguante los agarrones" la encuentro un poco mucho. Y sólo por el gusto de humillar, porque placer sexual cero en agarrarle el poto a un tipo que te baila al frente. Yo soy acérrima defensora de la despedida con vedetto. Son divertidas, se genera un ambiente de carnaval impresionante. Pero hay que acordarse que el tipo hace una pega, y ya por eso merece respeto. Aunque claro, qué sabe una. En una despedida una de las asistentes contaba la historia de otra despedida donde el vedetto se enojó porque según él las minas eran muy cartuchas. Sus palabras casi exactas fueron: "Ssshi, si a mí en otras comunas hasta me han hecho sexo oral". Fue despedido altiro. O sea, quiere que le paguen Y que se la chupen... el sueño del pibe.

Si alguna planea una despedida y no quieren pastelitos como el chiquillo anterior, recomiendo www.vedettoschile.cl