11/16/2005

Marqué tu número telefónico


Hay algo extraño con esto del teléfono. Una cierta compulsión de los hombres a pedirlo y de las mujeres a darlo. Es un extraño tic, si se toma en cuenta que por lo general los hombres no llaman, y que las mujeres muchas veces inventamos un número o damos el de alguien que nos cae mal. Es como si ese ritual validara todo lo que pasó antes, hiciera más aceptable cualquier tipo de conducta anterior. En un viaje, conocí al que pensé que sería el hombre de mi vida. Lo único malo es que vivía en Valdivia. Pero como nadie es perfecto... Desde que nos vimos la conexión fue inmediata. A las pocas horas nos bañábamos en pelotas en el lago Villarrica y buscábamos bichitos entre los árboles. Idílico. Como era obvio terminamos arrendando una pieza. Si me hubieran preguntado, yo habría respondido que íbamos bien. Me hizo cariñito en el entrecejo hasta que me quedé dormida, compartimos un litro de jugo de naranja mientras afuera alguien vociferaba en hebreo. Todo ideal. Hasta que llegó el momento de separarse. Yo estaba triste, pero sabía que nunca lo iba a volver a ver, asi que me había hecho la idea. Y fue entonces cuando en los últimos 5 minutos juntos me pidió el teléfono. Se lo di feliz, y me pasé dos semanas esperando su llamada. Por supuesto que en vano. Al año siguiente me lo volví a encontrar. Me vio y se le deformó la cara. Empezó de inmediato a disculparse, y a decirme que había perdido mi número. Obviamente no le creí. Me lo volvió a pedir, y se lo di, sólo para confirmar lo obvio. Nunca llamó. ¿Cuál es la idea de dar esperanzas si no me iba a llamar igual? Entendería si la pedida de teléfono hubiera sido anterior al encamamiento, como una manera más de lograr su objetivo. ¿Pero después? ¿Qué objeto tenía? Otro tipo (apodado "Filete", por ser un pedazo de carne joven y bella) me pedía mi teléfono cada vez que me veía, y lo anotaba en papelitos diminutos, para tener la coartada de "Ay, es que se me perdió". Una vez incluso andaba con una tremenda agenda, pero lo anotó en un pedacito de servilleta. Tanto esfuerzo, si ni siquiera quería que me llamara, y obviamente me daba cuenta de su estrategia y no podía dejar de encontrarlo muuuuy tonto. Otro me pidió una hoja de cuaderno para anotarlo, después de ducharse conmigo. Por supuesto, nunca más supe de él. De verdad, si ya obtuvieron lo que querían, pedir el teléfono es a veces una crueldad innecesaria y alevosa, y otras veces una estupidez demasiado obvia. Porque trata de darle un matiz más sentimental a una situación que muchas veces apenitas pasa por la cama, y listo. En serio, si no quieren llamar, que lo dejen tal cual. Muchas veces "las chicas sólo quieren divertirse" (grande, Cindy), igual que los hombres, sin teléfono de por medio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Igual penca lo que paso, pero es una tontera que todos cometemos un dia. Es igual como cuando uno alega cuando alguien maneja mal, algun dia sin querer pasaras un ceda el paso, te echaran un par de garabatos y diras "pucha fue sin querer queriendo" :-P.
No se si te gusten las Pin-ups, pero ami me encantan! y me gustaron las que posteaste.

Cariños

Ranny

Simone dijo...

Princesa Atípica: Llevo muchos más de tres, y muchas de mis amigas también llevan varios a su haber. O sea, ¡¡¡son plaga!!!